martes, 15 de diciembre de 2020

CAPÍTULO 20. CURSO 1985-86. COLEGIO CÉSAR BARRIOS. LEPE. HUELVA. #SIEMPREFUIMAESTRA

CAPÍTULO 20. CURSO 1985-86. COLEGIO CÉSAR BARRIOS. LEPE. HUELVA.

En este curso con las oposiciones aprobadas, cerraba otro círculo que había abierto hacía cinco años, cuando comenzando a trabajar, me propuse aprobar las oposiciones. Poco imaginaba entonces, que lo haría el primer año que se convocaban por una nueva especialidad, que era mi especialidad: Pedagogía Terapéutica.

La experiencia acumulada en los años trabajado había sido mucha y muy buena. Con cada dificultad y con cada reto, había crecido en formación y tenía ya muy claro el camino que recorría y los pasos a dar. 

Sabía que la meta que me había marcado estaba muy lejana, pero tenía la firme decisión de trabajar y pelear por lo que me parecía que era justo.

En este curso yo aún era interina. En septiembre estaba ilusionada, impaciente e intranquila ante mi nuevo destino.


No recuerdo exactamente la fecha en la que me llamaron para ocupar una plaza, que creo recordar que era una sustitución por un tiempo, en el Colegio Picasso de San Juan de Aznalfarache que se inauguraba este curso. 

Yo vivía en Sevilla y el poder estar tan cerca de mi casa, y al fin, poder vivir toda la semana junto a mi marido, después de los años que no había podido hacerlo, me parecía todo un regalo.

Recuerdo vagamente que el colegió no comenzó a funcionar en los primeros día de clase, en la fecha prevista, sino que lo hizo un poco más tarde. 

A mí me dio tiempo a ir preparando las ideas que quería poner en marcha y las propuestas que quería llevar a cabo, porque me habían nombrado para trabajar como Profesora de E.G.B. en un aula ordinaria. En esta ocasión, iba a tener la oportunidad de ser la maestra que integrara en el aula ordinaria al alumnado diverso.

Me habían adjudicado una clase de 5º curso con 38 alumnos/as de los que no sabía nada, porque al ser un centro nuevo, yo no sabía dónde encontrar información, más allá del barrio en el que se localizaba el centro.

Me confeccioné mi horario que comenzaba cada día por la materia de Naturaleza para, a partir de ahí, poder trabajar las demás materias por centros de interés y contemplaba realizar talleres tres tardes a la semana.

Programé una pequeña evaluación inicial para la semana del 23 al 27 de septiembre.

Elaboré unas actividades iniciales con algunos contenidos muy básicos y muy breves, para ver cuáles tenían adquiridos los alumnos/as.


También confeccioné la programación para el primer trimestre, en la que ya tenía muy claro, que trabajaría con distintos tipos de agrupamientos: grupo clase, grupo medio, grupo pequeño y trabajo individual.







Comenzamos el curso y cuando aún no había pasado ni una semana de clase, salieron las tres primeras vacantes en Andalucía, para todo el curso. 

La primera vacante estaba en Huelva y la cogió Remedios. Ella, al poco tiempo, se volvió a Sevilla. Otra estaba en Lepe y yo no tuve más remedio que cogerla. Las demás vacantes salieron con posterioridad en Sevilla y todas las compañeros/as que estaban detrás mía en la lista, se quedaron cerca de sus casas. El destino volvía a ponerse caprichoso conmigo. 

Mi alegría por poder estar trabajando en mi especialidad, a lo largo de todo el curso en un mismo colegio, se veía empañada por la tristeza de volver a tener que vivir lejos de mi casa y de mi marido, durante toda la semana.

Después de despedirme de los chicos/as y de mis compañeros/as del colegio, a los que apenas había podido conocer, puse rumbo a Lepe. 

Nada más conocer que tenía que irme a trabajar y vivir a Lepe, había dos temas prioritarios que tenía que resolver pronto: cómo ir y volver cada semana desde Sevilla a Lepe, porque a mi no me gustaba conducir y no me había sacado aún el carnet y dónde vivir.

Al primer tema pronto le encontré solución. La empresa Damas tenía autobuses que salían los lunes a las seis de la mañana hacia Huelva y una vez allí, cogía otro autobús, también de Damas, que me llevaba hasta Lepe. Así que cada lunes, tocaba madrugón a las cinco de la mañana, para llegar muerta de sueño al colegio, antes de las 9.

Pronto averigüé también, que había más profesoras de diferentes provincias, destinadas en los distintos colegios de Lepe. Encontré a Maribel, una maravillosa maestra malagueña que vivía sola en un piso que tenía varias habitaciones para compartir. Decidí irme a vivir con ella. Al poco tiempo, vino a vivir con nosotras Mercedes, otra compañera cordobesa que venía a trabajar a otro de los colegios de Lepe. Las tres hicimos un buen equipo.

Cuando llegué a Lepe y preguntaba dónde estaba el colegio, casi nadie conocía el centro por su nombre "César Barrios". Comúnmente lo llamaban "la Pendola". Me comentaron que lo llamaban así porque estaba "allí lejos".

En mi acreditación para trabajar en este centro constaba que lo hacía como interina, imagino que porque aún no había salido publicado en el BOE mi nombramiento como funcionaria.

 

En la Orden de 11 de junio de 1986 por la que se aprobaba el expediente del Concurso Oposición para ingreso en el Cuerpo de Profesores de Educación General Básica, convocado por Orden de 30 de marzo de 1985, nos nombraban funcionarios de carrera. Yo aparezco en el BOJA nº 62 página 2279, Sevilla 26 de junio 1986

El colegio estaba situado en una barriada de nivel socio-económico y cultural bajo. Lo primero que hice fue leerme los documentos oficiales del centro, entre ellos, el reglamento de régimen interior y disciplina.

El aula de Educación Especial se había creado hacía cuatro cursos y en ninguno de ellos había sido dotada de material. 

A mi llegada me encontré que el espacio destinado al aula era muy reducido y que era el despacho de un centro de cuatro unidades que estaba adosado al edificio central. En el aula sólo había unas cuantas mesas bastante deterioradas y el material "inexistente".

Mi primera acción fue acondicionar el espacio buscando mesas nuevas, pintar una pizarra vieja y buscar por todo el centro unos armarios, que no encontré. Sólo pude conseguir dos estanterías metálicas.

Elaboré un listado de material necesario e imprescindible. Me dieron 10.000 pesetas y yo me encargué de comprar lo más urgente para comenzar a funcionar.

Paralelamente, fui tomando contacto con el profesorado del centro, sobre todo con el de preescolar y ciclo inicial y con los tutores/as del alumnado que había estado el curso anterior en el aula de E.E. 

El Equipo Multiprofesional del municipio comenzó a trabajar en los diagnósticos. Ellos pasaban las pruebas de inteligencia y yo colaboraba pasando las que eran pedagógicas. 

Este equipo había elaborado un documento en el que se recogía el proceso de diagnósticos de alumnos solicitados para el aula de Educación Especial.

También habían elaborado otro documento con los criterios para la integración en educación especial, en el que siempre se apostaba por la integración: 

"...sobre la forma de integración, subrayar que los alumnos que acuden al aula de E.E. pertenecen y han de encontrarse plenamente integrados en sus respectivos cursos"

Concluido el proceso de diagnóstico en el que se revisaron los alumnos/as del curso anterior y se diagnosticaron a los nuevos, formé los grupos de alumnos/as con los que iba a trabajar: 

*Grupo A, formado por alumnado del primer año de ciclo inicial (1º de EGB), que venían por primera vez al aula de E.E y con el que trabajaba maduración en todas las áreas. 

En este grupo, además, estaba Mª José una alumna de 14 años con Síndrome de Down que no había estado escolarizada antes, es decir, hasta ese curso estaba EXCLUÍDA del sistema.

Esta alumna permanecía en el aula de E.E. de 9,30 a 12. A partir de esa hora se intentó integrar algunas horas en algunos cursos, pero no fue posible. 

*Grupo B. Todos los alumnos/as ya habían pasado por el aula de E.E.

*Grupo C, formado por alumnado con problemas de articulación de fonemas y palabras, en la construcción sintáctica de las frases, con pobreza de vocabulario...





Una vez realizado los agrupamientos, confeccioné mi horario.


Cada mes, anotaba en un documento, las faltas de asistencia del alumnado al aula de E.E.


Realicé el plan de trabajo para el curso, la programación general, los planes de trabajo semanales...



Para mí era muy importante llevar un seguimiento sistemático de los aprendizajes que iba realizando cada alumno/a.


El centro no contaba con ningún espacio amplio en el que poder realizar las sesiones de psicomotricidad. Para mí siempre ha sido fundamental trabajar en las sesiones de psicomotricidad, todo lo relacionado con el cuerpo, las emociones, las relaciones sociales, la relajación, la fase manipulativa y vivencial de algunos conceptos y/o contenidos... Por ello, la psicomotricidad ocupaba una parte importante en mi horario. Las sesiones estaban perfectamente programadas.


El no disponer de un espacio era un problema, que me llevó a encontrar una solución. El ayuntamiento me cedió un espacio situado a unos doscientos metros del colegio, al que yo iba sola con el alumnado a realizar las sesiones.

La falta de material era otra dificultad que me llevó a buscar soluciones con creatividad. Así pues, los materiales eran bastante artesanales. Cómo no teníamos picas utilizábamos palos de fregona, los ladrillos eran ladrillos de verdad, las pelotas las que nos donaban, las cuerdas, las de toda la vida, los globos escasos y muy costosos, pero de vez en cuando los conseguíamos. Las telas traídas de casa de trozos viejos de sábanas u otros retales, los aros, los elásticos, las pelotas de pin pon...

Al final del curso realicé la memoria que constaba de 23 folios, en la que recogía el trabajo realizado a lo largo del curso y las previsiones para el siguiente, los materiales adquiridos, el seguimiento de tres clases de preescolar, las conclusiones, etc



Pude trabajar dentro de las aulas ordinarias en las que el profesorado me dejaba entrar, algunos ratos. Sí recuerdo, que trabajaba logopedia en una de las aulas de 1º de EGB, con todo el grupo clase y con la profesora Laura, que era la tutora, una vez a la semana.

A lo largo de todo el curso traté de mantener contacto con todos los maestros/as, pero pude trabajar coordinadamente con pocos profesores/as. No conseguí trabajar con los tutores una programación conjunta. En este centro el ciclo inicial no funcionaba. Cada nivel llevaba sus libros y fue muy complejo ponerse de acuerdo en los centros de interés a trabajar.

En cambio, la coordinación y el trabajo con las maestras de Preescolar, Pilar Flores y Antonia, fue muy buena. Con ambas, mantuve la amistad muchos años, porque Pilar fue posteriormente directora del CEP de Castilleja de la Cuesta cuando se abrió y Antonia realizó funciones de Orientadora. 

Con ellas trabajé dentro del aula ordinaria y realicé un seguimiento sistemático de la evolución del alumnado de preescolar a lo largo de los tres trimestre que quedó recogida en la memoria.

Además de trabajar coordinadamente con el Equipo Multiprofesional, con el que me reunía cada 15 días, lo hacía, en esas reuniones, con las tres compañeras de E.E. de los otros centros educativos de Lepe. 

Me coordiné también con el EPOE de Isla Cristina y acudí a las reuniones que nos citaban y que se hacían en horario escolar.

Con los compañeros/as de E.E. de la Costa hubo contactos, pero muy escasos y esporádicos.

En este curso participé en el Seminario de E.E. de la Costa en el que trabajamos, entre otros temas, la psicomotricidad. Sobre este tema organizamos un curso en Huelva, un compañero, el inspector y yo.

Otro campo de actuación que para mí era importante fue con las familias, aunque las reuniones con ellas fueron escasas porque la mayoría no estaban interesadas en la educación de sus hijos/as.

En las conclusiones de la memoria recojo: 

-El agradecimiento a todo el personal del centro por su ayuda a la hora de ayudarme a montar el aula de E.E.

-La necesidad de seguir implicando a todo el claustro.

-"Esto es una tarea de equipo, es una tarea de todos"

-La necesidad de contar con otro profesor más de apoyo.

-La disminución de alumnos por aula.

-Un espacio en el que poder tener una clase espaciosa, soleada, sin barreras arquitectónicas, en resumen "un aula normal".

-Pedir la dotación de material específico necesario.

En mi libro Aulas Inclusivas. Experiencias Prácticas, recojo un párrafo sobre mi paso por este centro, en la página 28:

"En este centro también tuve la inmensa suerte de poder trabajar de forma parcial dentro de las aulas ordinarias con Pilar y Antonia. Mucho trabajo, pero muchas alegrías de ver los grandes avances que realizaba el alumnado con NEE cuando trabajaba con sus compañeros/as. El centro en su totalidad descubría que trabajar así no sólo era beneficioso para el alumnado con NEE, sino también para todos los chicos del aula, para sus maestras y para toda la comunidad educativa".

"El poder trabajar siempre conectada a las aulas ordinarias he hecho que nunca  haya perdido el sentido de la realidad, de la normalización, de la vida escolar, del trabajo y la vida en el aula ordinaria"

El director del centro, Luis, era una persona muy trabajadora, organizada y que estaba muy implicado en la educación, con ganas de cambiar y avanzar, aunque eran tiempos muy difíciles para transformar las tradicionales escuelas.


Este curso hubo elecciones al Consejo Escolar y como yo era la más joven del colegio, me tocó estar en la mesa electoral.

La APA (Asociación de Padres de Alumnos) como se llamaba en estos años, realizaba un boletín en el que recogían informaciones diversas. Estaban escritos a mano e ilustrado con algunos dibujos.






A lo largo de todo el curso yo seguía muy atenta a toda la actualidad referente a todos los temas relacionados con la educación en general y con mi especialidad en particular, la legislación... 


La vida cotidiana en Lepe, durante la semana, transcurría de forma rutinaria. Por las mañanas cada una de nosotras, Maribel, Mercedes y yo, nos íbamos a nuestros respectivos colegios. Coincidíamos a la hora de almorzar en uno de los coles que tenía comedor.

Después de almorzar, a las 3, volvíamos al colegio y luego, ya en casa, entre las tareas de la casa, preparar las actividades para el día siguiente, quedar con amigos/as para pasar ratos divertidos y durante la primavera y cuando hacía buen tiempo irnos a disfrutar de la maravillosa playa de La Antilla, aún bastante salvaje y natural, fueron transcurriendo los días y el curso.

Los viernes por la tarde yo me iba a Sevilla. El director me dejaba salir unos minutos antes de las 4,30 que era la hora de salida, para que me diera tiempo a coger un autobús de venía de Ayamonte con destino Sevilla. Este autobús iba directo a Sevilla y me ahorraba llegar a mi casa a las 10 de la noche.

Mis compañeras se quedaban muchos fines de semana allí y yo lo hice algunas veces, para poder disfrutar de los compañeros/as y amigos/as que habíamos hecho en esos meses de convivencia. Esta foto es de un fin de semana que nos quedamos todas allí y vino la hija y el marido de Maribel.

A mí me gusta mucho incluirme en el pueblo en el que estoy y aquí en Lepe, era fácil hacerlo. Sus gentes son sencillas, amables, con esa característica forma de hablar y de pronunciar la "ll", sus palabras y expresiones locales, que nosotras íbamos anotando en una libreta y que al principio no comprendíamos:

.Seño "yo no me atrevo". En realidad quería decir: no sé hacerlo.

.La fechadura (la cerradura)

.Mira, señorita lo está mixturando (mezclado)...

En aquél curso comimos en abundancia las riquísimas fresas de Lepe, que con el tiempo han  ido perdido ese maravilloso sabor que conservo en el recuerdo. Nuestros alumnos/as, a cada una de nosotras tres, nos regalaban cajas de fresas. Allí aprendí a comerlas rociadas con vinagre.

También disfrutamos de sus costumbres y de sus fiestas, como la popular romería de Virgen de la Bella

Yo acudía a todos los actos sociales y culturales que me invitaban y disfrutaba de poder conocer y convivir en un pueblo amable y hospitalario, muy lejos de los tópicos que le estaban asignando.


Este curso, libre del estudio de las oposiciones, me propuse sacarme el carnet de conducir, aunque era algo que no me gustaba. Me lo estudié, aprobé el teórico a la primera y luego fui al examen práctico que también aprobé a la primera. Otro reto conseguido.

Mi formación continuaba, leyendo libros, artículos, etc




Este curso realicé:

.Las II Jornadas de Educación: El fracaso escolar y sus alternativas (Lepe). 

.El II Encuentro el cuerpo en la Escuela (Sevilla).

.El Curso sobre dificultades del aprendizaje. 

-Las Jornadas sobre las Reformas (Matalascañas).




Tuve la oportunidad de participar en el VII Congreso Internacional de Psicomotricidad en Niza, en el que mi querido amigo Paco Gutiérrez, presentaba una Comunicación. 



Uno de los momentos emotivos de este año fue cuando se celebró la boda de nuestra compañera Mercedes, a la que tuve la gran alegría de acompañar en su tierra cordobesa.

Conocer a la maravillosa hija de Maribel y a su marido y tener la oportunidad de disfrutar con ellos algún fin de semana, también es un recuerdo muy bello de este curso. Maribel se había venido a Lepe y había dejado en su tierra malagueña, a su hija de corta edad y a su marido. 

Este año volvimos a votar en el referéndum de 1986, en que votábamos otro de los momento histórico de nuestro país.  Yo esta vez, voté por correos.




De este año también conservo distintos documentos, que ahora vistos y leídos después de tantos años, me parecen entrañables.



El final del curso dio paso al ansiado verano, al descanso, a la vuelta a mi playa de Matalascañas y mi viaje a las Islas Canarias, visitando:

.Las Palmas: Arucas, Cruz de Tejeda, Pozo de las Nieves, Maspalomas...

.Tenerife: Playa de las Américas, Los Cristianos, Teide, Acantilado de los Gigantes, Drago milenario, Garachico, Icod de los vinos, Puerto de la Cruz, La Orotava,  Mirador de H., Santa Cruz, La Laguna...

.Lanzarote: Costa Teguise, Mirador del Río, Puerto del Carmen, La Gería, Timanfaya, Yaiza...

Y además fuí a Francia: a Niza y Cannes y a Mónaco.



...CONTINUARÁ...

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