domingo, 13 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 9. EL SEXTO DE BACHILLER. #SIEMPREFUIMAESTRA

Capítulo 9. 
El sexto de Bachiller. 





Ese curso fue muy especial. Marcaba el final de mis seis años de bachillerato. Había estado en el instituto, que en la actualidad se llama IES Doñana, más tiempo que en los distintas aulas de Educación Primaria.



Recuerdo bastante bien todos los espacios del antiguo instituto, aunque hace muchas décadas que no he tenido la oportunidad de volver por allí. Espero poder hacerlo muy pronto.




En el curso 1975-76 yo tenía 16 años y cursaba Sexto de Bachiller oficial con Beca. Tenía las siguientes asignaturas: 

Religión, Latín, Lengua y Literatura, Geografía e Historia, Filosofía, Griego, Educación Física, Ed Cívico Social, E. Hogar.

Este curso tampoco recuerdo quien era mi tutor, ni la clase en la que estaba. No he encontrado ninguna evidencia que haga aflorar mis recuerdos.

Pero, sí tengo un recuerdo intenso y vivo, de otro de los profesores que recuerdo con cariño: Don Bernardo, mi Profesor de griego. Llegó ese curso al instituto. Era especialista en griego. Nada más llegar, había una cuestión en el aire que nos preocupaba y que puedo recordar nítidamente: ¿El alumnado que el curso anterior había tenido sobresaliente en griego, este año con el nuevo profesor, tendría también tan buena nota?. No recuerdo exactamente el por qué de esa cuestión. Pero, a los pocos meses, pudieron comprobar que esos alumnos/as, teníamos las mismas buenas notas que el curso anterior.

Éramos pocos los alumnos que estudiábamos griego. Recuerdo perfectamente el aula en el que estábamos. Puedo a ver a Don Bernardo: cómo se sentaba, como miraba, y sobre todo, puedo escuchar su voz nasal diciéndome "Eugenia, la traducción". 

El griego como ya conté en el capítulo anterior, me gustaba y se me daba muy bien. Este curso aprendí muchísimo, pero también trabajé cada día. Muchas traducciones que no todos los alumnos/as de la clase hacían y que algunos/as copiaban de los que las hacíamos. Ya sabemos lo que ocurre con "los deberes de casa". Nunca los entendí y me parecían injusto, pero nunca me negué a dejar que copiaran mis traducciones y trabajos.

Ese curso tenía filosofía. Otra materia nueva con la que disfruté. Pero no logro poner cara, ni nombre al profesor/a. Tampoco tengo evidencias del cuaderno de esa materia, ni del libro de texto... pocos recuerdos, pero sí la certeza de que me gustaba y aprendí mucho.

Lo que sí permanece intacto al paso al tiempo, son los cojines de crochet que ese curso realicé en la asignatura de labores. No recuerdo cuántos pude crear, pero sí que eran de colores diferentes. Todas mis titas tenían uno. Mi madre aún sigue teniendo los suyos puesto en su cama.


Tengo vagos recuerdos de los contenidos que "dábamos" en la asignatura de Educación Cívico Social, a la que todos llamábamos "política". Pero si recuerdo uno de los planteamientos que nunca he podido olvidar, sobre la explicación que daba la profesora sobre el tema de "los ricos y los pobres".

La profesora comentaba que siempre habría en la vida "gente rica y pobre" y lo argumentaba con el siguiente ejemplo: imaginemos que a todo el mundo le quitamos el dinero que tiene y que todos empiezan de nuevo, partiendo de cero. Todos comienzan a ganar dinero. Unos ahorran, mientras otros, todo lo que van ganando, lo van gastando. Al cabo del tiempo, unos son ricos y otros son pobres.

Esta argumentación me pareció tan increíble y tan simplista, que a día de hoy, parece que la estoy escuchando. Por supuesto que no estaba de acuerdo, pero para qué argumentar... eran otros tiempos y el silencio se imponía.

La religión, como ya he comentado en varios capítulos anteriores, seguía marcando la vida de esos años dentro y fuera del instituto. Ese curso no recuerdo quien era el profesor de religión.

Lo que sí recuerdo vivamente y con mucho cariño es a nuestro cura favorito. Todo un acontecimiento muy agradable su llegada al pueblo. Una maravillosa persona llamada Paco Echevarría que nos cautivó desde el minuto uno.

Cambió totalmente la forma de la misa de los domingos por la mañana a las 12, que era la de los niños. Era una misa dinámica, divertida...Y qué decir de las confesiones. El giro fue enorme: hacía las confesiones colectivas en el sagrario. Nos reunía a todos/as y hablábamos. Siempre recuerdo esos momentos. Hizo tantas cosas por los jóvenes de nuestra generación, que todos los adolescentes de aquellos años, sentimos por él una profunda admiración y un cariño inmenso.

Pero, toda la alegría que teníamos de estar con él, un buen día se truncó. Vino la guardia civil... Comentaron que se lo habían llevado a Roma. Durante años, hemos hablado de él y yo siempre me he ido preguntando ¿dónde estará? ¿cómo será su vida?... Tenía muchas ganas de saber de su vida. Y hace unos meses, después de muchos intentos, lo localicé y tuve la gran fortuna de hablar por teléfono con él, más de media hora. No puedo describir la inmensa alegría que sentí y que aún siento, porque sé dónde está y que está "disponible y cercano" como lo estaba hace cuarenta años. 

Mis preguntas han tenido respuestas. Ahora sé que Paco que está en Huelva, y desde julio de 2014 es Vicario General de la Diócesis de Huelva. Me he emocionado al leer una entrevista suya en la que cuenta todo aquello que me había preguntado todos estos años. De Paco Echevarría, diría como dice una amiga mía, "habría que clonarlo". Gracias por lo mucho que nuestros corazones sintieron y aprendieron del tuyo, Paco. 


Al hilo de este recuerdo, llega otro también muy amable y sorprendente: "La casa de las monjas". En esa época había unas monjas en el pueblo, que no sabría decir a qué congregación pertenecían, pero que eran, como decían en el pueblo, "muy modernas". En cierto modo era así. Recuerdo que un nutrido grupo de chicos y chicas nos íbamos a reunirnos a la casa de las monjas a hablar de nuestras cosas de adolescentes y como no, uno de los temas, era el sexo. Cuántos recuerdos de compañeros/as y amigos de aquellas reuniones. 

Ese curso fue también, el año de las cuchillas de afeitar. Mi padre usaba unas de hoja ancha que metía en un soporte metálico. Muchas veces vi su cara con cortes hechos por las cuchillas, al afeitarse. Las tenía en el cuarto de baño y no le gustaba que nadie las cogiera. Pero... ese año, me afeité las piernas, y lo hice con sus cuchillas. Mi madre siempre me dijo que no se me ocurriera afeitármelas, pero aproveché que un día salió de casa bastante rato y cuando volvió, ya me las había afeitado. Poquísimo tiempo después, descubrí el porqué de su consejo. A partir de entonces, nunca más volví a utilizar ni las cuchillas de mi padre, ni ninguna otra.


Junto a las cuchillas, estaba la cajita de "Bella Aurora" que usaba mi madre y cerca de las repisa, los rulos que desde años atrás, ya había aprendido a poner a mi madre, a mis vecinas... Hacer de peluquera, también se me daba bien y me gustaba. Había aprendido de mirar como lo hacían en la peluquería, cuando iba con mi madre. Cuántos recuerdos al ver por la calle las cabezas de las mujeres con los rulos puesto, a lo largo de todo el día.


Otro recuerdo asociado a ese año, vienen de la mano de mi querida tía Asunción. Le encantaban las plantas y las cuidaba muy bien. Guardaba cualquier objeto que le pudiera servir para plantar geranios y gitanillas. A día de hoy, si cierro los ojos soy capaz de ver sus latas grandes de tomate, con el color marrón del óxido, como tiesto de maravillosas flores de colores. Los helechos también le gustaban mucho. Tengo la suerte de tener en mi casa, un par de helechos suyos, que mimo cada día desde que ella murió hace casi treinta años. Es toda una alegría mirarlos, mimarlos y cuidarlos de la misma forma que ella lo hacía.


La música seguía siendo una de mis pasiones. La radio me acompañaba cada día. Las canciones que por entonces escuchaba, sonaban en la voz de: Sergio y Estíbaliz, Paco de Lucía "entre dos aguas", Camilo Sesto "Melina" o George Dann. 

Relacionada con la música tengo otro hermoso recuerdo. Una de mis amigas de aquellos años era Mª Antonio Vázquez. Recuerdo que a ella y a un buen grupo de amigas, nos gustaba coger su tocadiscos y los discos e irnos a una zona alejada del pueblo, a escuchar música. Creo que era de ella, ese viejo tocadiscos que tengo en mi memoria.

En la tele podíamos ver entre otros programas, a los payasos de la tele, que tanto nos hacían reír.


Hay dos hechos de esta época que recuerdo muy bien y que no he podido olvidar. 

Uno de ellos, todos los hemos ido recordando a lo largo de los más de cuarenta año de su muerte. Hacía tiempo que la esperábamos. Y ese día, estábamos expectantes ante la tele en blanco y negro, esperando escuchar la noticia.

Era 20 de noviembre de 1995. En mi casa una inmensa alegría, pero también, mucha incertidumbre y miedo. Y luego... los días de vacaciones que tuvimos y que tanto disfruté. Dos días después, el 22 de Noviembre de 1975, pude ver por televisión el juramento de Juan Carlos I, rey de España en el Congreso de los Diputados.


El otro hecho es la huelga por el instituto. En aquellos años no interesaba la cultura. A día de hoy, sigue sin interesar. El porqué, ya lo sabemos.

La decisión de los poderes políticos de esa época, era dejar que se cerrara el instituto. No podíamos consentirlo. Así que hicimos una huelga en la que hubo detenidos. Aún conservo las pegatinas de esa huelga y la inmensa tristeza que me producía pensar en no poder terminar mis estudios en mi instituto.


El final de este intenso curso, el 24 de junio de 1976 dejó paso a las merecidas vacaciones.

Este fue mi último verano en la salvaje Matalascañas que ya había comenzado a urbanizarse. Ya había luces por la noche en la urbanización que veíamos desde nuestros ranchos de madera.

Abrió sus puertas el primer supermercado, una heladería, el estanco, la primera discoteca "El Faro Rojo"...

Ese verano fue muy mágico, tal vez porque las hormonas adolescentes me tenían secuestrada. Unos maravillosos meses en los que seguía haciendo de maestra mientras guardábamos las tres horas de la digestión después de almorzar. Guardo un cariñoso recuerdo de mi amiga Loli, con la que compartí muchos atardeceres de risas y confidencias y también de algunos amigos con los que iba alguna vez a esa discoteca. A veces me pregunto ¿Qué habrá sido de ellos? 



Ese verano, también estuve en Punta Umbría con mi amiga Mª José. Siempre recordaré la maravillosa semana de aventuras vividas.

Ya entonces, mis pensamientos y sentimientos, eran bastante similares a los que tengo en la actualidad, aunque hayan pasado tantas y tantas décadas.

...CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario