martes, 6 de octubre de 2020

CAPÍTULO 15. CURSO 1980-81. PREESCOLAR. ALMONTE. #SIEMPREFUIMAESTRA

Capítulo 15. Curso 1980-81. Preescolar. Almonte.


Desde que finalicé mis estudios de Magisterio a finales de junio y sabiendo que no había conseguido el acceso directo, mi primera decisión fue comenzar a estudiar Psicología el curso siguiente, en la Universidad de Sevilla y continuar solicitando mi Beca.

El verano de 1980 fue largo, intenso y muy divertido. En él tuvo mucho protagonismo la fotografía y la cámara de fotos de mi novio, una Werlisa Club Color que era mejor que mi Instamatic 25, con la que iba, poco a poco, aprendiendo algo de fotografía y mejorando mis fotos, porque él es un buen fotógrafo. 


En enero de 1981 como regalo de Reyes, mi madre me regaló un maravilloso álbum de fotos, en el que fui recopilando las fotos antiguas de la familia, algunas mías de la infancia... Abrirlo, es volver a sentir el alma de los familiares que ya no están, algunos recuerdos de mis antepasados y el sabor de mi infancia.




Durante el verano, mientras paseaba por mi querida playa de Matalascañas, veía los atardeceres rojos y viajaba a otros lugares cercanos conociendo bellos rincones, pensaba y soñaba con los ojos abiertos, en cómo sería mi "vuelta al cole" en septiembre. 


Cada día de ese verano celebré haber cumplido mi sueño de ser maestra, pero también comenzaba a trazarme nuevas metas a las que llegar y los caminos a recorrer para alcanzarlas. En ellas, siempre estaban presente los alumnos/as, la buena educación, la escuela, los viajes, la creatividad y el arte.

Con el final del mes de agosto y las vacaciones, llegó para mí un cambio de planes. Mi plan para septiembre que era irme a Sevilla y seguir estudiando, cambió. El destino me tenía preparada una maravillosa sorpresa.

En esos años, en Almonte, el alumnado de 3, 4 y 5 años iba a lo que coloquialmente llamaban las "guarderías de las monjas". Nunca hubiera podido imaginar que el destino me llevara a trabajar en una de ellas, con alumnado de preescolar.

El 25 de junio de 2019 en la entrada titulada "y hoy... permitidme algunas reflexiones. La inclusión de hace incluyendo", escribía:

"No puedo estar más satisfecha del largo, difícil y emocionante camino que me ha tocado recorrer, desde aquél primer día de trabajo, en septiembre del curso 1980-81, en mi pueblo, en Almonte en la guardería de las monjas, como todos la llamaban en el pueblo (Patronato de Enseñanza "Virgen del Rocío") con 33 alumnos/as de 3 y 4 años. Entre ellos J.M., un alumno con trastornos de conducta "que fue el que me enseñó cómo tenía que ser el alma de una maestra"

También hago una breve mención a ello en mi libro "Aulas Inclusivas. Experiencias prácticas" en la página 23.

Ya he comentado también, en otro capítulo de este blog, que en mi adolescencia íbamos a la "casa de las monjas" a hablar de temas relacionados con la adolescencia. A mí siempre me parecieron unas monjas muy abiertas a la vida y con los pies en la tierra. Lo que no estoy muy segura es si esas monjas eran las mismas, o de la misma congregación, que las que regentaban las guarderías en estos años.

Investigando por la red he encontrado un documento de la Congregación Dominicas de la Anunciata. Fundación escuelas de enseñanza y obras benéficas (pag 165), en el que se recoge este texto:

"Almonte. La casa de Almonte fue la primera que surgió en 1972 en la Provincia de Santo Domingo como experiencia de un nuevo tipo de vida religiosa. Se eligió este pueblo por estar muy necesitado de asistencia religiosa. La primera comunidad estuvo formada por las Hermanas Juliana Quintanar, Priora, Francisca del Castillo, Rosario Rodríguez y Crisanta Martínez. Se propusieron como objetivo principal “intentar vivir el Evangelio de forma comprometida y exigente” con su entrega y servicio al pueblo. 

En un principio encontraron grandes dificultades y suma pobreza, pues la casa que se les ofreció no reunía condiciones. Más adelante, el Patronato construyó una casa nueva para las Hermanas con habitaciones individuales que contribuyeron a una mayor intimidad y ambiente propicio para la reflexión y estudio. Tenían dos grandes campos de actividad: Pastoral y cultural. Colaboración con la parroquia y dedicación al parvulario de las escuelas públicas, además de clases de alfabetización y promoción de la mujer (Crónica T. V pp. 409-410)". 

No sabría decir con certeza si en este texto se está refiriendo a mi pueblo y a esas monjas. Me despista lo de "provincia de Santo Domingo", pero sí me cuadra la referencia a una monja llamada Francisca del Castillo. Tendré que seguir investigando.

Poco sabía yo de las guarderías de las monjas, antes de los hechos que voy a contar a continuación. La Guardería Infantil Laboral "Nuestra Señora del Rocio" estaba gestionada por el Patronato Parroquial.

Para el curso 1980-81 tenían dos plazas vacantes en la guardería situada en una calle José María Pemán, cercana al Chaparral. 

Yo acabé enterándome de casualidad y muy tarde, de esas vacantes y de que se estaban presentando para cubrirlas, las chicas de mi pueblo que habían estudiado Magisterio. A mí nadie me había avisado, pero al enterarme, me presenté. Recuerdo que hubo algunas complicaciones porque algunas de las chicas que se presentaban no eran aún maestras porque tenían asignaturas pendientes para septiembre. Así que decidieron realizar un sorteo entre todas las que teníamos el título de maestra. En él, Rocío Asuar y yo, salimos elegidas. 

Recuerdo perfectamente el espacio en el que estábamos y en el que se realizó el sorteo, pero no sabría decir qué lugar era. Lo que sí recuerdo perfectamente, a día de hoy, es la cara de mi madre, sentada en una silla en la puerta de su casa tomando el fresco, cuando me vio aparecer por la calle de arriba, haciendo el gesto de victoria. Ella supo que había sido elegida y ambas nos fundimos en un abrazo de alegría.  

Este fue uno de los primeros momentos emocionantes que la vida de maestra me daba la oportunidad de vivir. 

Al investigar un poco sobre estos recuerdos, he descubierto en la red, que en la actualidad esas guarderías siguen funcionando y que ahora se llaman "Centros de Educación Infantil Virgen del Rocío"

"Somos la Fundación Virgen del Rocío, fundada en 1973, cuyo finalidad era y es, ayudar a la conciliación de la vida laboral y familiar. Para ello, crea dos centros educativos que acojan a menores de 6 años, siendo éstas una de las primeras guarderías laborales que se abren en la Provincia de Huelva".

El destino y la suerte, esta vez, habían jugado a mi favor y con 21 años recién cumplidos, tenía la oportunidad de comenzar mi camino y trabajar de maestra. 

En mi nómina ponía que mi categoría profesional era de insti. celadora y que el sueldo que ganaba era de 27.000 pesetas.



Aún recuerdo vivamente los nervios que tenía mi primer día de cole y lo impaciente que estaba por llegar a la guardería. El recorrido desde la casa de mi madre a la guardería, me parecía interminable. Por fin, llegué a la puerta grande de la entrada. Mi corazón latía acelerado y la sonrisa de mis labios, delataba lo contenta que estaba.


Por mucho que lo hubiera imaginado, nunca lo habría acertado. Que mi primer trabajo fuera en mi pueblo, en la guardería de las monjas y con chicos/as de 3 y 4 años, era toda una sorpresa. 33 alumnos/as en una clase inmensamente grande, con muy pocos recursos. 10 alumnos de 3 años y 23 de 4 años. 

Los primeros días fueron muy ilusionantes pero agotadores. Muchos niños/as lloraban constantemente porque era su primera experiencia escolar. Recuerdo perfectamente que me llevé casi el primer mes de clase, con una guapa y pequeña niña llamada Cristina, en brazos, calmando su llanto.

En esta guardería trabajábamos Rocío Asuar con alumnos de 4 años, yo con los de 3 y 4 años y la hermana Francisca, con los de 5 años.

Las teorías que había estudiado sobre el Método Montessori, Cousinet, Decroly, la Pedagogía de Freinet, la Escuela Nueva, etc,  yo quería ponerlas en práctica nada más llegar al aula. Pero mi inexperiencia, el gran número de alumnos/as, la falta de recursos materiales, la diversidad de alumnos/as, sus características personales... hicieron que tuviera que posponerlas hasta tener más experiencia y aprender a "gestionar" la clase y sus dificultades

Pasado el primer trimestre, ya había aprendido bastante bien los distintos roles que tenía que desempañar una buena maestra y estaba preparada para trabajar como quería.

Al principio de curso tenía varios momentos que me producían mucha intranquilidad: la entrada al aula, el recreo, los momentos en los que todos/as utilizaban tijeras u otros materiales que podían entrañar algún peligro y la salida, al finalizar la jornada de mañana y la de la tarde. 

Cuando salíamos al recreo las 3 maestras, con unos 100 alumnos/as, en un espacio bastante pequeño, a mí me parecía que era un milagro que no pasara nada. Los primeros días, trataba de tener controlado a los 33 alumnos/as de mi grupo clase, pero muy pronto me di cuenta que eso era imposible. Las tres teníamos que controlar a todos/as los alumnos/as y pronto supimos también, qué alumnos/as necesitaban que estuviéramos "más pendientes" de ellos/as y les prestáramos más atención. 

La falta de recursos gráficos, no teníamos libros, ni cuadernillos, me permitía hacer una propuesta educativa bastante abierta y flexible. Había rutinas de trabajos que hacía todo el grupo clase y otras, una parte del alumnado. Los que necesitaban más tiempo lo tenían, porque los/as que terminaban de hacer una propuesta, hacían otra. Había mucho tiempo para jugar, hablar, crear... No teníamos la presión ni DEL CURRÍCULUM, NI DE LOS LIBROS, NI DE LAS NOTAS...

Todos los días el alumnado realizaba un par de trabajos gráficos (fichas), que en la mayoría de las ocasiones, yo tenía que preparar en mi casa el día anterior por la noche, calcando una ficha para cada alumno/a. Yo además, recopilaba todo tipo de papeles que en esa época escaseaban (de caramelos, periódicos, folios), preparaba plantillas...

La imaginación y la creatividad siempre han suplido la falta de recursos materiales. Ya desde ese curso, comencé a reciclar y reutilizar, recogiendo todo aquello que me pudiera servir para motivar y hacer aprender y disfrutar al alumno/a.

Aún conservo en una antigua carpeta, algunos de los trabajos que proponía hacer al alumnado y que cada uno de ellos/as podía hacer según su nivel. Era consciente de que había chicos/as que en diciembre de 1980 tenían aún dos años y otros/as que en enero de 1981 ya habían cumplido cinco. Algunos de esos trabajo los comparto aquí y al final de esta entrada.




Siempre me he sentido satisfecha porque creo que realizábamos una buena educación en la que el alumnado aprendía conceptos básicos temporales, espaciales y de cantidad de forma vivencial y manipulativa, antes de llegar a la fase gráfica. Trabajábamos la motricidad gruesa y fina, rasgando, picando, recortando; jugaban, razonaban, creaban, hablaban, reían, dibujaban, coloreaban experimentaban... tanto de forma individual como en pequeños grupos.

No recuerdo que ni para ellos ni para mí, fuera una dificultad la diferencia de edad o los diversos niveles de madurez que había en el grupo clase. Es más, era muy enriquecedor y cooperativo en la mayoría de las ocasiones. Cada uno/a se esforzaba haciendo lo que podía, aunque había algunos/as a los que les costaba más trabajo, necesitaban más tiempo, no querían trabajar... y era en ellos/as en los que yo me centraba y sus compañeros/as les prestaban ayuda.

Siempre he pensado que esta experiencia marcó mucho mi camino y me sirvió a lo largo de toda mi vida docente posterior, para NO ENCONTRAR EXCUSAS, BUSCAR SOLUCIONES y APRENDER A SER UNA BUENA MAESTRA.

Mi mayor reto y dificultad, como ya he comentado en otras ocasiones, fue J.M. un alumno de 4 años con un comportamiento bastante disruptivo y con una conducta agresiva que yo al principio de curso trataba de gestionar, pero no lo conseguía. La hermana Francisca se lo llevaba a su clase con sus alumnos/as de 5 años y yo me quedaba con una sensación de impotencia y de fracaso. 

Pero, al poco tiempo, yo aprendí muy bien qué y cómo tenía que gestionar las conductas alteradas cuando lanzaba su silla por la clase, se escapaba del aula e incluso del centro, etc. Él me ponía a prueba cada minuto de cada día, pero siempre me encontró disponible y dispuesta y me enseñó lo que jamás yo habría aprendido, si él no hubiera sido alumno mío.

La mayor parte de los años que he trabajado como maestra he tenido estudiantes en su fase de prácticas de Magisterio en mi aula, tanto en Primaria como en Secundaria. Han sido muchos/as y siempre les he contado lo importante que es darse tiempo para "Conocer y Gestionar" al grupo clase y a cada alumno/a y estas experiencias y anécdotas de este primer año de trabajo.

El horario escolar no recuerdo bien cuál era, pero íbamos por la mañana y por la tarde y eso lo recuerdo muy bien porque aunque estaba trabajando, continué con mis estudios de Psicología.



Me matriculé en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación y traté de seguir el curso de Psicología asistiendo a clase sólo algunos viernes por la tarde, que me daban permiso para poder irme a Sevilla (yo ponía una sustituta para que el viernes por la tarde fuera a sustituirme, ya que en aquellos tiempos, eso era posible).

En la facultad tenía un grupo de compañeros/as que me ayudan mucho porque me dejaban los apuntes y trabajos de toda la semana. El sábado y el domingo los fotocopiaba o copiaba, antes de volver al pueblo. Durante la semana trataba de estudiar y realizar los trabajos, pero era complicado porque el tiempo que tenía para ello era bastante limitado.

Esta situación no era posible sostenerla en el tiempo, porque veía que no estaba aprendiendo casi nada en la Universidad. Yo me había matriculado porque quería aprender y no lo estaba haciendo. Así que, no recuerdo exactamente en qué fecha, tomé la decisión de posponer los estudios de psicología y centrarme en mi trabajo.

Me interesaba muchísimo investigar sobre mi práctica y analizar qué propuestas e intervenciones realizaba, cuáles me daban resultado y cuáles no, para encontrar el por qué y poderlas cambiar y seguir avanzando. 

Este año leí mucho, pregunté hasta la saciedad a los maestros/as que conocía y no dejé ni un solo día de tratar de superarme, de aprender, de enseñar y sobre todo, aprendí cómo hacer feliz a los chicos/as en la escuela y cómo ser feliz junto a ellos/as, haciendo lo que me apasionaba. 

Las familias me comentaban que los chicos/as estaban contentos/as, que querían ir a la escuela y ellas estaban encantadas de que así fuera. Recuerdo la gran cantidad de regalos que me hicieron por las fechas de Navidad, en agradecimiento a mi labor.

Yo nunca he podido olvidarlos/as porque fueron mis primeros alumnos/as, a los que les pasaba sólo 17 o 18 años. Me hubiera encantado encontrar el listado de todos ellos/as con nombres y apellidos, pero sólo conservo una hoja en la que están apuntados sus nombres. También habría sido maravilloso poder tener una foto recuerdo con todos ellos/as.


Durante muchos años he tratado de encontrarlos, de saber de sus vidas y en algunos casos, lo he conseguido. Pero no desisto en el empeño de algún día, poder VOLVER A ENCONTRARME CON ELLOS/AS. Sé que es difícil, sobre todo, porque los/as que han estudiado viven fuera de Almonte. Pero nada es imposible cuando se quiere. 

Hace mas de dos años, en la presentación de mi libro, tuve la inmensa alegría de contar en la mesa de presentación con Juan Diego Ramos Pichardo. (Podéis escuchar sus palabras en el minuto 16.40 del vídeo de presentación)




Juan Diego en la actualidad es enfermero, Doctor por la Universidad de Alicante. De 2006 a 2016 desarrolló su labor docente e investigadora en el Departamento de Enfermería de la Universidad de Alicante y desde 2016, es profesor del Departamento de Enfermería de la Universidad de Huelva.

El alumnado de Bachillerato de mi instituto IES Ítaca, en la materia de Psicología, estaba trabajando sobre el tema de la salud mental. Juan Diego, en cuanto se lo propuse, vino encantado a hacer un taller sobre ese tema. 

Compartir con él docencia y cerrar ese círculo, me llenó de intensa felicidad.



Una vez que había decidido aplazar mis estudios de psicología para más adelante, me centré en seguir estudiando e investigando sobre distintas metodologías y formas de trabajar en el aula, a la vez que ponía en marcha algunas de ellas. 





En este curso todos los libros, artículos, folletos, etc, que caían en mis manos, me parecían interesante. Tenía muchas ganas de aprender, experimentar y compartir lo aprendido. En esos años y allí en el pueblo, era complicado, pero tenía la oportunidad de conversar con compañeros/as que al igual que yo, eran inquietos/as y con unas ganas enormes de avanzar. 


En el año 1981 se convocaron Oposiciones para el Cuerpo de Profesores de EGB. Yo tenía muy claro que no me las iba a preparar porque había dedicado el tiempo a trabajar y a otros aprendizajes, pero pagué los derechos y me presenté a ver qué tipo de examen era.

Mis recuerdos de ese examen son mínimos. No recuerdo casi nada de esas oposiciones. Ya entonces, había decidido que en el curso siguiente empezaría a preparármelas (las mías eran para profesora de EGB de Sociales) y una vez aprobadas, seguiría estudiando Psicología.


La tarde del 23 de febrero de 1981 a las 18:23, me encontrada sentada en la mesa camilla, en casa de mi tía Asunción. La mesa estaba llena de folios en los que preparaba, como cada día, los trabajos para el día siguiente y escuchaba la radio. En el Palacio de las Cortes se estaba realizando la votación para la investidura del candidato Leopoldo Calvo Sotelo de la UCD, a la Presidencia del Gobierno. 

Esta votación se vio interrumpida por unos tiros que realizaron los golpistas. Durante 18 horas mantuvieron al Gobierno y a los diputados encerrados en las Cortes, ocuparon militarmente la ciudad de Valencia...

Los demás hechos son de todos bien conocidos y si no lo son, deberían serlo, porque forman parte de nuestra historia más reciente.

En directo escuché todo lo que pasaba y me quedé muda. Era un Golpe de Estado. Desde ese momento, para mí todo quedó en un segundo plano. Enseguida el miedo se apoderó de mí y de mi familia. Recuerdo las horas de incertidumbre que vivimos y a mi novio, con todo preparado, para irnos a Portugal. 

A partir de entonces, los minutos parecían horas. La tarde y la noche intensamente larga, hasta que vimos aparecer al rey en televisión. Todos los medios de comunicación recogieron la noticia. Este hecho siempre ha sido muy traumático para las personas que lo vivimos. 


Lo que no recuerdo bien es si al día siguiente hubo clase o no. Pero fue tema de conversación durante mucho tiempo y el miedo y la incertidumbre se quedó en nuestras vidas por un largo tiempo.


En los años 80-81 como no podía ser de otra manera, también estuvo presente en mi vida, la Virgen del Rocío, en la Procesión del lunes de Pentecostés. Hace poco tiempo encontré lo que considero una joya: un documental de 1980 sobre el Camino del Rocío.


En 1981 se celebraron distintos actos en recuerdo de la Solemne Bendición de la portada y espadaña del santuario de la Virgen del Rocío.  




En 1980 se estrenó la película titulada "Rocío", que fue muy polémica y sigue censurada.

Mi primer curso trabajando de maestra finalizó con la inmensa alegría de la experiencia acumulada, la gran cantidad de aprendizajes realizados y con mucha autoformación. En el pueblo en aquellos años, hacer formación reglada, que no fuera a distancia, era imposible.

Finalizado el curso, llegaron las vacaciones y la celebración de la Feria. De ese año 1981, también conservo algunos entradas a la caseta municipal.



Los meses de verano me pagaron "el paro". La primera vez que percibía esta prestación. 


Algunos de los trabajos propuestos en aquellos años, que al mirarlos, veo que no han cambiado mucho respecto de lo que se sigue haciendo en muchas escuelas en Educación Infantil. Por suerte, en otras, la evolución y transformación en estos 40 años, ha sido muchísima. 










...CONTINUARÁ...

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