martes, 20 de octubre de 2020

CAPÍTULO 16. CURSO 1981-82. CENTRO ESPECÍFICO. ASPAPRONIAS. HUELVA. #SIEMPREFUIMAESTRA

Capítulo 16. Curso 1981-82. 
Centro Específico. 
ASPAPRONIAS. Huelva.


Finalizado el verano, el plan de mi vuelta al cole en septiembre, en principio, era volver a trabajar en la guardería de las monjas. Pero, nuevamente el destino iba a poner en mi camino un nuevo reto que, como suelo hacer siempre, acepté con decisión.

El Patronato Parroquial me seguía contratando para este nuevo curso. Yo estaba muy contenta de poder seguir desempeñando mi docencia con el alumnado y mis compañeras, además, continuaba en mi pueblo y viviendo en casa de mi madre. 

En Huelva había un Centro Específico que creó la Asociación de Padres llamada ASPAPRONIAS


A día de hoy, se siguen denominando ASPAPRONIAS, pero ahora son la Asociación de Padres y Protectores de Personas con Discapacidad Intelectual de Huelva, términos más acordes con los tiempos INCLUSIVOS que corren.

El centro específico se llamaba Colegio de Educación Especial "Virgen de la Cinta". Este tipo de centros yo los conocía sólo de oídas, pero tenía muy poca idea de su funcionamiento. Al profesorado que trabajaba en este centro, lo seleccionaba la Delegación de Educación de Huelva.


Para este curso había una vacante. Joaquín Villarán se enteró y me lo comentó por si estaba interesada en presentarme a las entrevistas que estaba realizando José Luis Luceño Campos, Inspector de Educación Especial (durante muchos años hubo este tipo de inspectores) a los/as aspirantes a esa plaza.

José Luis Luceño es maestro e Inspector de Educación, Licenciado en Ciencias de la Educación y Doctor en Psicología. Ha publicado múltiples libros sobre diferentes temas de su especialidad. 


Como siempre, puse en la balanza los pros y los contras de esta nueva propuesta y decidí ir a hacer la entrevista. Recuerdo perfectamente como Luceño que estaba sentado en su mesa del despacho, me miraba a través de sus gafas, saludándome.

Me preguntaba por mi experiencia, que era sólo de un año y por mi forma de trabajar con el alumnado. En un momento determinado de la entrevista, me preguntó: ¿Qué sabes de psicomotricidad?. Y yo, tan sincera como siempre, respondí: "pues no sé si sé mucho o poco, pero al menos, me suena". A partir de entonces, aprender y practicar psicomotricidad fue para mí un gran reto. Durante muchos años he tenido la posibilidad de aprender y disfrutar muchísimo trabajándola con el alumnado y profesorado.

Volví a casa. No recuerdo cuánto tiempo pasó, pero creo que fue muy poco. Me llamaron diciéndome que yo había sido seleccionada para esa vacante.

Un sentimiento agridulce se apoderó de mi corazón. Por un lado, estaba la comodidad de quedarme en Almonte, en casa de mi madre, con un trabajo fijo, pero con pocas posibilidades de avanzar en formación, conocimiento, experiencias... Yo necesitaba crecer.

Por el otro lado, estaba la posibilidad de irme a la ciudad y poder continuar mi formación con cursos, jornadas, nuevos aprendizajes, experiencias y trabajar en un campo tan desconocido para mí hasta entonces. Pero tenía que irme a vivir nuevamente a Huelva, a un piso, gestionar mi vida adulta e independiente...

No lo dudé y acepté. Despedirme de los alumnos/as de la guardería y de mis compañeras, fue emotivo y triste, pero tenía claro que quería seguir avanzando en mi camino y si me quedaba tenía menos oportunidades de seguir haciéndolo.

El el mes de Octubre de 1981 estaba firmando mi contrato de trabajo. En mi nómina del mes de marzo se recogía que ganaba 41.500 pesetas.






Jamás he podido, ni podré olvidar nunca, mi primer día en el centro y en mi aula y las primeras semanas de trabajo.



En el año 1980 ASPAPRONIAS tenía en el Polígono de San Sebastián una parcela, en la que se construyó el centro de Educación Especial en el que yo trabajé y un Centro de Actividades Ocupacionales. En la actualidad es un centro docente privado concertado.

Nada más entrar por la puerta del centro me impactó el olor: una mezcla de saliva y pipí (mi olfato me hace oler demasiado) y me pregunté: ¿tienes claro que este nuevo camino es el que quieres recorrer?.

Pepe, el director, me presentó a Manoli S, Manuela y Concha que eran las profesoras de las otras aulas y a Angelita, la monitora. También a la psicóloga que creo recordar que se llamaba Blanca y a algunos de los monitores de los talleres ocupacionales, que también estaban en otra parte del edificio.


Yo era la última que llegaba y tenía una clase con alumnos/as bastante complejos y diversos. Entre risas, mis compañeras me decían: "ufff tienes al padre de... a la madre de..." Pero la realidad fue que "el padre de y la madre de" fueron excelentes familias a lo largo de todo el tiempo que trabajé con ellas y con sus hijos.

Este primer curso estuve al principio en un aula que era grande, espaciosa y muy luminosa. En el segundo trimestre me cambiaron a otra clase que era rectangular, pequeñita, poco luminosa y creo que estaba al fondo del pasillo. Tenía una estantería con algunos materiales manipulativos, la pizarra, la mesa de la profesora y las mesas para los alumnos/as que yo situé alrededor de la mía, aunque en ella no me sentaba nunca.

Mi grupo clase estaba formado por alumnos/as con distintas "etiquetas" (2 con síndrome de Down, discapacidades intelectuales, trastornos graves de conducta, miopatía...) y con distintas edades, capacidades, niveles curriculares... 

Cuando analizaba la información que había de cada uno de los alumnos/as, descubría que sus CI eran: 48, 45, 60, 28, 70... Al ir conociendo a los chicos/as y trabajar con ellos/as empecé a descubrir que estos números, además de no servirme para nada, no se ajustaban a lo que yo estaba descubriendo en ellos. Por suerte, los olvidé muy pronto y me centré en cómo ayudarles a superar las dificultades que tenían.

Aún conservo las "fichas de filiación" del alumno y las  "fichas de asistencia" de cada uno de ellos/as con sus nombres y su fotografía. Nunca los he podido olvidar: Daniel (1971), Pepito (1964), Mª Ángeles (1973), Ana Rosa (1964) Manolito S., Rafael (1971), Manuel V. (1967) y dos meses después del comienzo del curso, llegó Toni.



Ya he comentado y sigo comentando en los distintos eventos, talleres y cursos que imparto y en múltiples ocasiones, lo que viví y sentí al trabajar en ese centro separado por una valla de un centro ordinario.

En mi libro, escribo en las páginas 23, 24 y 25:

"...Mi llegada al centro de educación especial supuso todo un reto. En mi formación como maestra, en ninguna materia había trabajado nada relacionado con las discapacidades. Y eso era normal, porque en aquella época de finales de los años setenta, las personas con discapacidad, en su inmensa mayoría, estaban en sus casas sin escolarizar: Era la época de la exclusión.


...Llegué sin experiencia y sin formación en el campo de las discapacidades, pero mis ganas de aprender hicieron que comenzara una formación intensa. Leía con avidez todos los libros que había en la biblioteca del centro...

...Trabajé en la modalidad de segregación.


...El colegio Virgen de la Cinta estaba separado de un centro ordinario por una valla metálica. Desde que llegué el primer día, me sorprendía y me entristecía ver como los chicos de ambos centros se comunicaban a través de esa valla. Me parecía muy injusto que los chicos de mi clase no pudieran estar al otro lado, en el colegio ordinario. Desde ese instante, me propuse hacer todo lo que estuviera en mi mano para que los alumnos salieran de allí y fueran a los centros ordinarios".

Investigando un poco, he podido llegar a la conclusión de que el centro ordinario era el Colegio Público Doce de Octubre.


Teníamos sesiones de clase por la mañana y por la tarde. Yo me confeccioné mi horario en el que recogía los distintos campos a trabajar. La sesión de la mañana tenía dos partes una antes y otra después del recreo.



A principio de curso tenía que realizar una programación general y una cada trimestre. En ellas comenzaba siempre con una Introducción

En la Introducción del primer trimestre escribo: 

" Todas las actividades se presentarán y desarrollarán en forma de juegos, bien espontáneos o dirigidos, individuales o en grupo, elegidos siempre en función de los objetivos a lograr.

Será siempre el niño quien marcará las actividades a seguir, procurando llevarlas a cabo según la iniciativa de ellos".

También se recogían los objetivos generales y los objetivos de cada trimestre relacionados con la psicomotricidad, desarrollo personal y social, educación sensorial, preescritura, logopedia y adquisición de cocimientos.


En el siguiente apartado estaban las actividades correspondientes a cada uno de los objetivos marcados anteriormente. 


En la programación también se recogían los materiales y recursos necesarios a utilizar y la evaluación.

De este curso, aún conservo los borradores escritos a mano de las programaciones de los tres trimestres y las copias escritas a máquina, con una calidad bastante regular, porque seguro que son una copia de las realizadas con papel de calcar.


En aquellos años, yo primero realizaba la programación escribiéndola a mano (en realidad a día de hoy muchas veces emborrono en papel antes de empezar a trabajar en el ordenador, aunque trabajar en Drive me ha ido agilizando mucho esa fase) y luego, la escribía a máquina, poniendo dos papeles de calcar para tener 3 copias. Era muy laborioso y ruidoso escribir con mi vieja máquina de escribir, que aún conservo en mi despacho.


Equivocarse cuando se hacía sin copia, aún era fácil de corregir, porque tenía unos "papelitos" que borraban. Pero, cuando me equivocaba con copias, era todo mucho más complejo. 

Cuando ya no se podía borrar, solíamos poner la palabra incorrecta entre paréntesis.


Yo acababa siempre con dolor en los dedos de tanto apretar las teclas de la máquina, quizás porque nunca aprendí mecanografía y a escribir con todos los dedos, aunque en más de una ocasión lo intenté y lo practiqué.

Para poner los títulos en los trabajos utilizaba unas letras que venían en unas hojas y que al frotarlas con el lápiz, se pegaban en el folio. Quedaban los rótulos bastante bien.



A mí siempre me ha parecido que era fundamental y muy importante recoger en documentos las propuestas a plantear y luego, analizarlas para ver los resultados y mejorarlas. Investigar sobre mi práctica diaria siempre me ha hecho avanzar. Así pues, tengo mucha documentación escrita de todos los años de docencia.

Cada semana hacía un pequeño listado de los contenidos a trabajar. Siempre he intentado que el planteamiento y las tareas fueran para todo el grupo clase, teniendo en cuenta que cada alumno/a iba a realizarlas de forma diversa, según su capacidad. 



Cada día anotaba cómo cada alumno/a hacía la tarea, así como múltiples variables relacionadas con la actitud, la implicación, el proceso de trabajo, las dificultades encontradas...

La evaluación siempre era continua y personalizada. Cada alumno/a partía de su nivel y a partir de ahí, evolucionaba a su ritmo. La observación sistemática de todos los procesos y el análisis de ellos, era mi forma de ver la adquisición e interiorización de los aprendizajes.

Para cada alumno/a cumplimentaba "una ficha escolar pedagógica" En ella iba recogiendo un resumen de sus avances.



Una vez al trimestre entregábamos el boletín a las familias, aunque para mí era un mero trámite, porque ellas sabían perfectamente la evolución de sus hijos/as, porque el nivel de comunicación con ellas era prácticamente a diario. 






Al final de cada trimestre tenía que realizar un informe en el que recogía y analizaba todo lo que había propuesto en la programación, la evolución del grupo clase y un resumen  de lo más relevante, de la evolución de cada alumnos/a.

En el primer trimestre realicé mi informe sobre la programación:

"Informe del quehacer llevado a cabo  en el primer trimestre, por la profesora María Eugenia Pérez, en el Colegio de Educación Especial "Virgen de la Cinta" de Huelva. 

Terminado ya este primer trimestre, cabe decir que ha sido un período de conocimiento. Conocimiento en el más amplio sentido de la palabra, toma de contacto entre la profesora y los alumnos y también entre los alumnos entre sí.

Este período ha sido muy importante para la futura convivencia en clase....".




Cuando llegaba algún alumno/a nuevo a mi aula, también tenía que realizar un informe.


Los recursos manipulativos eran muy importantes y siempre se trabajaban antes de llegar a la fase gráfica. La lecto-escritura la trabajábamos con un método que conocí ese año en blanco y negro y que aún está impreso en mi casa, que se llama Vivencias. Con posterioridad, compré el libro y los tres cuadernillos. Algunos años después, 
en el Grupo de trabajo Prodín, logramos a partir de él, desarrollar un método de lecto-escritura con múltiples actividades para el aprendizaje de cada letra, incluido los cuentos, llamado "Fantasía de las letras", que muchos compañeros/as, durante años, han utilizado para enseñar lecto-escritura al alumnado.


El curso se me hizo muy corto porque mi interés y las ganas de aprender y mejorar mi práctica docente en este campo, era tan grande, que me apuntaba a todo, leía libros, artículos y no paraba de preguntar a las compañeras, a las familias, a los expertos...




En este curso salió el Real Decreto 710/1982 de 12 de febrero por el que se fijan las enseñanzas mínimas para el ciclo medio de la EGB. BOE 15-4-82.


En el mes de diciembre de 1981 realicé las Primeras Jornadas Nacionales de Retraso Mental en Huelva. En ellas a parte de aprender mucho, tuve la oportunidad de conocer y compartir reflexiones con muchos compañeros/as, expertos, ponentes...


Continué mi formación asistiendo al Curso DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LAS DIFICULTADES DE APRENDIZAJE. I.C.E de Sevilla. 1981. 30 horas.

Tal y como había imaginado en septiembre, cuando tomé la decisión de trabajar en el centro específico, mi vida como maestra se amplió y mi formación cada día era mejor, más sólida y sobre todo, con más ganas de seguir no sólo formándome y aprendiendo, sino también trabajando y luchando porque la segregación desapareciera.



En el año 1982 la FIFA organizó la XII edición de la copa mundial de fútbol que se celebró en España del 13 de junio al 11 de julio de 1982. A mi no me gusta el fútbol, pero bueno, acontecimientos cómo éste siempre te animan a ver algún que otro partido. La mascota era "Naranjito" e imagino que todo el mundo sabe ya, cómo fue ese mundial.

Con el fin del curso llegó un momento muy importante en mi vida. Llevaba seis años junto a mi novio y habíamos decidido casarnos y en un principio, deseábamos hacerlo por lo civil. Pero, en aquellos años, era complicado, difícil y había que esperar mucho tiempo. Así que, cómo yo conocía mucho al párroco, Antonio Salas, por mi trabajo en la guardería de las monjas, él nos casó por la iglesia en la calurosa tarde del 14 de agosto de 1982, en el Rocío, junto a la Blanca Paloma.

Para poder casarse por la iglesia, sí o sí, había que hacer los "cursillos prematrimoniales". Se realizaban en varias sesiones y venían algunas personas a hablar de temas diversos. Yo creo que fui un par de días.

Yo quería que mi boda fuera una fiesta y no quería ir "vestida de boda, de traje blanco...", sino que deseaba ir con un traje de fiesta y que la celebración que no era multitudinaria, se realizara de forma diferente a como se hacía en el pueblo (mesas largas y todos sentados a su alrededor) que fuera de pie, para poder moverse, hablar, bailar...

Tenía claro que mi vestido lo diseñaría y me lo haría yo y que llevaría algunos complementos para el momento de la ceremonia, pero que luego me los quitaría.



Para ese día tan importante elaboramos unas invitaciones muy simples que repartimos a las familias y a algunos amigos/as íntimos.



La tarde de la boda yo iba en un coche con mi padre y padrino y mi novio en otro coche, con su hermana Margarita que era la madrina. Mi querida sobrina Maru portaba las arras. Antes de llegar a puerta de la iglesia, el policía paró el coche en el que yo iba diciendo que no se podía circular hasta allí, porque había una boda. Al mirar, comprendió que aunque yo iba de rosa, era la novia y la boda era la mía.

En aquellos años, el grupo Requiebros comenzaba a tener ya alguna fama. Dos de los hermanos que eran conocidos míos, vinieron a cantar y amenizar la fiesta.


La economía era muy justa, así que nos fuimos de viaje a conocer la maravillosas ciudades de Granada y Toledo. Dos ciudades que tenían para nosotros mucha cultura y arte.






Los viajes y la fotografía eran dos pasiones que nos unían y de las que disfrutamos todo ese verano.

...CONTINUARÁ...

1 comentario:

  1. Felicidades María Eugenia por esta etapa de tu vida! Gracias por compartirla con nosotros. Un abrazo Marga

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